El mensajero
-
Tienes la misión de entregar esta carta - dijo
el jefe de entrega
-
Si me permite preguntar señor ¿A quién tengo el
honor? - Pregunto el joven mensajero
-
Si de verdad quieres saber toma este sobre - le
extendido el sobre y el mensajero lo tomo y continúo diciendo el jefe- en el
contiene las instrucciones ¿Quedo claro? –
-
Como el agua señor – contesto con firmeza.
El
mensajero se puso en marcha; no tenia en realidad mucho tiempo de haber
ingresado al cuerpo de mensajería, era prácticamente un novato, casi ya un
nivel medio, aun así, se tomaba muy en serio lo que hacía, quizás era por su
amor a la mensajería.
Se
encontraba ya en la entrada del gigantesco hormiguero en la gran vereda que
conducía al exterior, se detuvo un momento al final de túnel y miro hacia atrás
al horizonte, para impresionarse con la gigantesca colonia de hormigas.
El
camino era cruzar el riachuelo por medio de ferry, el resto era pan comido. Con
pasaporte listo subió. El mensajero, tomo el sobre de instrucciones, lo abrió y
se quedo pasmado con la boca abierta al ver a quien dirigía la carta
- -La… la… ¡La reina!, tengo una carta para la
reina – trago saliva y seco una gota de sudor “debo tener cuidado” pensó. Y
siguió tranquilo.
Sin
embargo el cielo azul se torno de pronto negro y grandes nubes anunciaban
tormenta; afortunadamente el ferry logro llegar a tierra, de pronto el pesado
sonido de lluvia a lo lejos anunciaba una cosa, todos debían refugiarse, el
pánico se apodero de los obreros y visitantes, de aquí para allá corrían a las
entradas del hormiguero, el mensajero se apresuró también pero una gran gota
corto su paso, esquivo una y luego otra, pero una más le cayó encima
aturdiéndolo, en ese momento otra mas y otra, era demasiado tarde la tormenta
estaba sobre él y otras más desafortunadas.
El
mensajero despertó en un pequeño estanque sobre una hoja, tratando de descifrar
como había llegado allí y como había sobrevivido, pero su meditación se
interrumpió con un animoso “Hola” de un pez dorado que salió del agua para
saludarle
-
¿Quién eres tú - pregunto
-
¡yo te salve amigo mío! Estabas nadando
tratando de sobrevivir a los rápidos y la lluvia, te vi debajo del agua y me
dije “este tipo no es un pez” nadé tan deprisa como pude para poder meterte en
mi boca y así mantenerte a salvo, quizás te asustaste y desmayaste, cuando la
lluvia calmó te puse sobre esa hoja y seguimos la corriente juntos – sonrió.
Desconcertado
el mensajero por la historia lo miro un segundo, pero recordó su misión
-
Escucha, gracias, pero tengo un trabajo que
hacer; debo entregar esto a la… un momento ¿y mi valija? – busco alrededor de
la hoja, se asomo al agua y nada. Entonces escucharon un banjo tocar cercas de
allí, la corriente los llevo al sitio, donde una rana tocaba y cantaba.
-
Es esa mi valija ¡oye tu devuélvela, eso no es
tuyo! – grito el mensajero
El pez
dorado lo acerco a la roca donde descansaba la rana
-
Pues ahora es mía, amigo, vagaba por este
estanque sin dueño, quien lo encuentra se lo queda… sin embargo puede ser tuya
si contestan este acertijo -
-
No amigo mensajero, no es buena idea – dijo el
pez
Sin
pensarlo contesto la hormiga - anda dime tu tonto acertijo -
-
Bien. ¿Qué hace una vaca en el baño?
Pensaron
un rato, y otro más largo, no tenían la respuesta, hasta que el pez dorado dijo
-
Va a cag… -
-
¡Va a cantar!, jajajaja – rompió en risas la
rana – ustedes son unos genios, anda toma tu valija –
Después
de eso el pez ayudo a regresar al mensajero al hormiguero, se despidieron y
quedaron el fin de semana para salir.
El
mensajero se dirigió a su destino tras cruzar un gran laberinto de túneles; la
sala real de la reina. Y completar su misión
“Estimada
reina, se pronostica lluvia, extreme precauciones.”
Era lo
único que decía la carta
-
Espero que no hayas tenido problema para llegar aquí - dijo
- en lo absoluto mi señora- contesto respetuoso
el mensajero, recordando su viaje.
-
Entonces necesito que entregues este paquete a un viejo amigo, una rana, vive
en el estanque rio abajo, por cierto, gusta de los acertijos –
-
No será problema mi señora – contesto animoso el mensajero.